Las redes sociales se han convertido en las plataformas número uno de uso diario para todos. No es de extrañar que las empresas destinen su mayor porcentaje de inversión publicitaria para promocionarse en ellas. Además, su sesgado algoritmo proporciona a cada usuario los anunciantes que más se ajustan a sus gustos, lo que los hace mucho más eficaces a la hora de conseguir sus objetivos. Pero, ¿sabemos distinguir qué es publicidad y qué no en las r.r.s.s?  

Aunque cada vez más avanzado, el marco legal que regula el advertisement dentro de las nuevas tecnologías queda bastante difuso. La ingente información disponible en la web y su tendencia al continuo cambio complican bastante las cosas. A esto se le suma que, si bien sabemos detectar lo que es claramente publicidad en internet, con anuncios oficialmente emitidos por empresas (en cualquier formato), cuando la gestión de esto depende de los influencers, la cosa hace aguas.  

¿Cómo se regula la publicidad en las redes?

Para remediarlo, Autocontrol (organismo encargado de velar por el cumplimiento de los códigos de conducta publicitarios en España) ha lanzado un dictamen que advierte a los influencers de la vulneración de la normativa oficial, en el caso de que no indiquen que sus publicaciones son publicidad.  Es decir, estas estrellas de las redes sociales incumplirían el artículo 13 del Código de Coducta de Auntocontrol, por el que se postula que las comunicaciones comerciales serán identificables como tales sea cual sea su forma, formato, o el medio utilizado… y esta debe ser fácilmente reconocible como una publicidad y, cuando sea necesario, etiquetada como tal. 

El tema es farragoso. La mayoría de influencers mejor valorados o que de verdad se toman su condición en redes como una profesión, hace ya tiempo que ejerce de modo adecuado a la hora de hacer promociones (sobre todo porque también están sometidos a los reglamentos, cada vez más exigentes, de estas plataformas). Pero, una encuesta realizada por la agencia de marketing de influencersSamyRoad, ha revelado que aún un 36% de estos prescriptores no identifica mediante hashtag o algún otro método, que sus publicaciones son pagadas por las empresas y, por lo tanto, publicidad 

SamyRoad también aporta que a la mayoría de las personas que usan las r.r.s.s (61%) no les importa que se especifique o no que los post sean promocionales. La realidad es que ya se han dado múltiples casos de campañas de odio contra un influencer por no ejercer correctamente a la hora de hacer ad. Aunque muchos lo hacen a sabiendas con tal de no denostar su credibilidad o su esencia. 

Por lo pronto, aún queda mucho para que la normativa cubra todos los vacíos legales que hagan de la red un sitio seguro para los consumidores a la hora de informarse y digerir contenido. En el usuario queda la tarea de informarse correctamente para aquellos temas que sigan dejando espacio para la interpretación. 

Y tú, ¿confías en un influencer a la hora de hacer publicidad? 

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