En un entorno digital en el que el mercado está saturado, la comunicación es la clave para hacerse destacar. Un negocio debe transmitir su identidad para diferenciarse del resto. Hay múltiples estrategias para conseguir que el público se sienta atraído por tu marca y fidelice. Pero, entre tanta planificación a veces se nos olvida lo más básico: que nuestro mensaje se entienda. Sin una buena comprensión, no obtendremos beneficios. Debemos fijarnos en los detalles, porque un mínimo error puede destruir todo nuestro trabajo.
Hoy hablaremos de los fallos que se cometen en comunicación y cómo evitarlos.
Lo primero en lo que tenemos que pensar es que cada acción que emprendemos, cada paso que damos, comunica de alguna forma. Ya sea el diseño de la web, el packaging, las imágenes que se suben a las redes o el display (en el caso de la tienda física). La comunicación no es solo verbal y hay que cuidar y reparar en todos los aspectos de la misma.
Actualmente, no se debe mirar a la empresa como un negocio de cara al público sino como una persona que tiene su propia identidad. Por eso, la comunicación es la voz de una marca. Nuestra imagen y reputación están supeditadas a cualquier estrategia comunicativa que emitamos. Tenemos que estar muy pendientes de cada minúsculo detalle. Debemos ser coherentes y consistentes en qué y cómo decimos algo. Aunque, a la vez, también hay que adaptar la comunicación a los diferentes canales por los que se transmite. Es decir, no se deben traicionar nunca el ADN y los valores de una marca pero cada mensaje tiene que adecuarse a su medio.
Si somos claros, precisos y sinceros, el feedback será beneficioso.
Sabemos que hay que estar pendiente de un millón de cuestiones en un plan de marketing y comunicación. Como somos humanos, algo se nos puede escapar. Para no pecar de despistados o poder solucionar ciertas dudas controvertidas, repasemos algunos de los fallos más comunes a la hora comunicar.
1. Forma y fondo del mensaje:
Prestar atención a los elementos que componen el mensaje es fundamental para mantener la confianza, la profesionalidad y la efectividad.
- La escritura debe ser correcta, sin faltas de ortografía ya que se nos tildaría de descuidados o podría interpretarse erróneamente la transmisión.
- La estructura debe ser organizada para mejor comprensión y entretenimiento, tras una búsqueda exhaustiva de información que permita construir un texto de valor (y no banal).
- El diseño o maquetación debe ser visualmente agradable, ilustrativo y acorde a la imagen de marca con el objetivo de aligerar la lectura, comunicar de forma no verbal con nuestra estética personal y servir de apoyo o complemento a lo que las palabras indican.
- El tono de voz debe ajustarse a la personalidad de la firma y al público objetivo que recibe el mensaje. Por ejemplo, si nuestro público es joven y somos una marca con un espíritu rebelde o alocado, no podemos ser formales en nuestras transmisiones porque no es congruente. A nuestro público le sonaría raro y no se crearía ese deseado «engagement».
2. Comprensión del mensaje:
Las comunicaciones no pueden salir de un molde. No podemos transmitir un mismo mensaje para todos ni usarlo en diferentes lugares.
- Aunque tengamos un perfil de público objetivo definido, la digitalización ha revolucionado las comunicaciones convirtiéndolas en globales. Cualquier persona de cualquier parte del mundo puede verte y escucharte. Aquí cobra sentido el ‘lost in translation‘. Es decir, hay muchos matices dentro de un mismo idioma y algunas palabras o expresiones pueden no ser entendidas o tener otro significado. Por lo tanto, o los mensajes que se emiten son neutros o habrá que crear diferentes estrategias comunicativas para las diferentes audiencias. Esto es vital porque no solo el mensaje no será comprendido y todo el trabajo habrá sido en vano, sino que puede afectar a la imagen de la firma.
- La comunicación debe adaptarse al medio en el que se vaya a difundir. No es lo mismo un texto corto en Twitter, quizás con carácter más informal, que un post en un blog, los stories en Instagram o un spot publicitario en televisión. Los mensajes deben adquirir el formato ideal para los canales en los que es transmitido para que tengan eficacia. De lo contrario, los algoritmos podrían penalizar y la audiencia estaría desconcertada.
3. Compromiso y papel social:
Los consumidores ahora son más exigentes y comprometidos. Las marcas no solo deben proporcionar un valor extra o una experiencia, sino que también deben ser más activos respecto a los hechos o conflictos que acaecen en la sociedad. Las marcas tienen un gran poder de influencia por lo que cualquier participación sería beneficiosa para la comunidad.
- Los valores de una firma la representan y siempre se debe ser fiel a ellos. Aunque la imparcialidad parezca la opción más correcta, cuando se trata de temas difíciles no podemos quedarnos callados. Se nos reclaman opiniones que vayan de acuerdo a nuestros principios. De esta forma, nuestra imagen se verá solidificada y conseguiremos generar mayor engagement. Es evidente que hay que abordar estos asuntos con la mayor delicadeza y respeto, basándonos en información veraz y contrastada y evitando herir la sensibilidad de ciertas personas. Pero no nos tenemos que preocupar de emitir una opinión o posicionarnos de un lado u otro. En cualquier caso siempre habrá quien este en desacuerdo.
4. Actitud y actuación:
Ya hemos remarcado que cualquier acto comunica pero la falta de ellos también. Lo que se dice y lo que no, lo que se hace y lo que no, cómo se hace o se dice… ¡Todo tiene un significado!
- No debemos dejar de lado la comunicación no verbal. Los gestos corporales de nuestros representantes en apariciones de la marca, el diseño y planificación de nuestras plataformas oficiales, los apoyos audiovisuales. Los elementos unidos conforman nuestra imagen y no podemos descuidar ninguno de ellos.
- El feedback es vital para conseguir beneficios. La comunicación es un proceso que va en ambos sentidos. Un monólogo no funciona. Las conversaciones aportan información del consumidor: qué desea, qué te exige, qué le preocupa, qué opina o qué consejos tiene para el negocio. Este hecho ayuda tanto a mejorar las técnicas de comunicación y marketing, como al producto/servicio en sí, además de crear comunidad y fidelización. El público se sentirá valorado.
- En los casos de enfrentamiento, discusión o crítica no debemos ser impulsivos. Hay que utilizar la lógica y sopesar de manera sosegada la situación. Una reacción directa podría aumentar el conflicto y ser fatal para la reputación del negocio. Las respuestas deben planearse y emitirse de manera respetuosa.
5. Corrección:
La cuestión más fundamental de todas, la más básica, la más simple… ¡Y la que siempre se olvida! La revisión de cualquier acción es clave para evitar confusiones y errores tontos que tienen solución. Leer en voz alta, pedir la opinión de varias personas, fijarse bien en la escritura, etc. Hay que revisar y corregir, una y mil veces, tras haber dejado reposar lo que hemos hecho.
En la era de la comunicación, todos los ojos están puestos en nosotros. Cualquier fallo puede ser perjudicial. Que no se diga que no somos profesionales. Esos dichos de «que hablen bien o mal, lo importante es que hablen» o «la mala publicidad es buena publicidad«, ya no sirven. Somos los responsables de nuestra reputación, mantengámosla intacta.
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