«Yo, me, mi, conmigo»: vivimos en una sociedad que exige, cada vez más, proyectar una imagen exitosa en redes sociales, que son un claro ejemplo de la necesidad de expresar este narcisimo en la-que podemos llamar-la era del yoísmo. Las redes sociales alimentan nuestro ego hasta el punto de desbordarlo. Y su uso inadecuado, tanto por parte de marcas personales o grandes empresas, puede llegar a provocar percepciones distorsionadas de la realidad, sentimientos de invencibilidad o hipersensibilidad a la crítica.
Son el espejo de nuestra realidad, pero, ¿mostramos cómo somos realmente o cómo deseamos vernos ante los ojos de los demás?
Actualmente, podemos dividir el mundo de hoy en dos universos diferenciados: el online y el offline, por lo que la manera de presentarnos en ambos es realmente importante. Y el hecho de no estar en redes sociales prácticamente implica no existir.
El ego es uno de los razones principales que nos llevan a compartir contenidos, ya que da una breve definición a los demás de cómo somos, nos hace recibir su validación y reconocimiento y, además, nos hacen diferenciarnos del resto. Pero, ¿por qué ocurre esto? Porque todos los uuarios sentimos la necesidad de compartir contenido con el que nos puedan identificar.
Cada vez hay más ruido en redes sociales y cada vez es más difícil destacar y alcanzar un cierto grado de visibilidad o, lo que es lo mismo, llegar al público al que nos dirigimos. Y si a eso le sumamos el cambio de algoritmos…¡Caos total!
Siempre viene bien un poco de amor propio para reforzar nuestra autoestima y confianza. Por lo que el ego puede ser bueno y necesario, pero siempre en su justa medida.
Sin embargo, las redes sociales siguen explotando, gestionando y reinventando muy bien esa necesidad de aumentar el narcisismo que todos tenemos. Ligar, ser admirado, mostrar seguridad, parecer divertido, inteligente… Son infinitas las gratificaciones sociales que llevan a un usuario de Instagram a encontrar la foto perfecta o a una marca a vender valores de los que realmente carece.
El fenómeno «egoblogger»
El incremento de blogueros y blogueras que han conseguido un gran número de seguidores y no quieren rebajar su estatus a personas «normales» es infinito. Muchos de estos egobloggers se han convertido en auténticos referentes en el panorama de la moda, dando lugar a la aparición de nuevas necesidades e incluso nuevas formas de trabajo como, por ejemplo, las colaboraciones con marcas a través de las redes sociales.
Además, el listón está cada vez más alto: los usuarios se ha acostumbrado a consumir, ver y observar imágenes de alta calidad. Cada vez son más las personas que no se conforman con tener un feed para su uso y disfrute personal, como se hacía hasta ahora, sino que buscan a alguien del sector que les garantice un resultado semejante al del mercado para tener un perfil lo más profesional posible.
Esto hace que a veces se confunda el comportamiento en las redes sociales con el significado real de influencia y, además, se empañe con el exceso de ego.
El only me como marca
Lo primero que hacemos nada más entrar en cualquier red social es mirar las notificaciones para saber quién ha interactuado con nosotros, a cuántas personas les ha llegado nuestro mensaje y cómo nos perciben desde el otro lado.
En ocasiones, cometemos el error de permitir que sea nuestro ego el que guíe nuestros esfuerzos en términos de marketing y la comunicación y así lo único que conseguimos es darnos el premio extraordinario al narcisismo.
El problema principal de este personal branding radica en el hecho de sacar nuestro mejor «yo», maquillar nuestra personalidad y fingir algo que realmente no somos. La clave está en saber potenciar y proyectar nuestra propia personalidad. Y no debemos olvidar que la naturalidad es el arma más poderosa de las redes sociales.
Gracias a las redes sociales las marcas cuentan con herramientas muy valiosas para acercarse a unos consumidores digitales con los que quieren conectar. Pero no sólo se trata de vender una imagen para conseguir audiencia, sino de generar emociones y establecer relaciones interpersonales entre marca y cliente.
Si tanto un determinado usuario o una marca sólo saben hablar sobre sí mismos en todas las plataformas, tenemos que parar a pensarnos lo siguiente: ¿qué les conecta realmente con sus seguidores?
Es evidente que una de las utilidades principales de las redes sociales es la de comunicarnos y, si bien es cierto que a nivel personal se nos puede ir de las manos, las redes nos ayudan a tener voz propia, difusión y crear una comunidad real -uno de los pilares fundamentales a la hora de vender para las marcas. Eso sí, hay que saber utilizarlas con cabeza.
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