Parece mentira que en una sociedad supuestamente desarrollada la talla pueda determinar cómo una persona se siente ante el espejo. Sin embargo, queda claro que así es; la talla no es solo un número, es un asunto que afecta a nivel personal a gran parte de la población mundial.
Desde que el mundo es mundo, por decirlo de alguna manera, en cualquier sociedad, en cualquier tiempo, la forma física ha sido un símbolo del estado de las Naciones. En periodos de guerra, o de inestabilidad económica, tener curvas era un símbolo que caracterizaba a las clases privilegiadas. En épocas pasadas la aceptación del cuerpo era mayor. Sin embargo, hoy en día, por muy avanzada que nos pueda parecer la sociedad en la que vivimos, la realidad es que somos más intransigentes que nunca con el aspecto físico de las personas. A día de hoy estar delgado parece denotar educación, sofisticación e incluso un control sobre los impulsos que refuerza las imágenes del ideal físico ante el que estamos expuestos. Pero también hay que decirlo; no todo es negativo.
Ante la tiranía de la imagen física a la que nos hemos estado enfrentando los últimos años, surgen iniciativas que promueven la aceptación de distintas figuras, dando más valor a la salud o al quererse a uno mismo que a los estereotipos.
Uno de los ejemplos que representa a la perfección la voluntad de cambiar los estándares de belleza viene de la mano de la que fue directora jefe de Vogue británico hasta hace tan solo unos años, Alexandra Schulman. Hace unos años, la periodista, escribió a numerosos diseñadores internacionales de gran prestigio para pedirles que tuviesen en consideración el enviar prendas de distintas tallas para facilitar a las revistas -en este caso Vogue- el poder utilizar distintos tipos de mujeres en sus editoriales. Pues si esto se consiguiese, las publicaciones podrían dejar de usar exclusivamente a modelos o actrices, diversificando el ideal de belleza.
Unificar las tallas a nivel internacional, es otro de los objetivos a corto plazo que ayudaría a acabar con los complejos producidos por la imagen distorsionada que genera el usar en una tiendas la talla 38 y en la tienda de al lado la talla 42. Todo ello sin contar, las complicaciones que genera a los consumidores a la hora, por ejemplo, de realizar sus compras a través de plataformas de e-commerce. Pocas cosas son tan molestas a la hora de comprar por internet como la de tener que devolver entera tu compra porque ninguna de las prendas que has comprado te valga.
Stradivarius se ha puesto manos a la obra para buscar soluciones a esta cuestión, y ha comenzado con unos vaqueros pitillo, los primeros de talla única para que haya mayor inclusividad y nos desprendamos de una vez de las etiquetas.
Esto debería ser un factor a tener en cuenta por las firmas, pues no solo están ofreciendo un shopping experience óptimo para el consumidor, sino que están aumentando gastos en transporte, tiempo y recursos.
Para combatir estos retos, algunas marcas han empezado a desarrollar que ayuden al consumidor a encontrar la talla y prendas que mejor se adaptan a su tipo de cuerpo para mejorar la eficiencia de las compras a través de internet. Aunque la solución más fácil para todos sería, precisamente, la de unificar las tallas en todas las marcas, permitiendo así al consumidor conocer cual es su talla real; lo que no solo evitará devoluciones por error en las tallas sino que le evitará al consumidor sentirse mal por hacer tenido que comprar dos tallas más.
En definitiva, la talla es más que un número a nivel personal para los consumidores, pero también debería serlo para las empresas; pues facilitar las compras a través de una plataforma que no hace más que crecer, como es internet, y mantener a tus compradores contentos debería ser una de las prioridades en los próximos años.
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