la importancia del made in la etiqueta del futuro

La globalización es un hecho. La población mundial es cada vez más grande y cada vez estamos más y mejor conectados. Por ello, en la industria de la moda se está haciendo cada vez más importante para los consumidores conocer la procedencia de los productos que compran, ahora que tanto la producción como el comercio son internacionales.

Las etiquetas de los productos se han convertido en una seña de calidad donde los ateliers de Francia, los trabajadores del cuero en Italia o los relojeros suizos son el máximo exponente gracias a los estándares con los que se fabrican los productos en cada región. Por esta razón hoy en día el llamado “made in” es el indicador más fiable, no solo de la calidad, sino de las condiciones de salud y seguridad (entre otras) con las que se fabrican los productos.

¿De dónde vienen los productos que adquirimos?

Actualmente la complejidad de la cadena logística hace muy difícil a los consumidores saber dónde se han fabricado las prendas que compran. De hecho, incluso el mencionado made in no certifica al cien por cien la calidad que el consumidor espera de cierto producto. Las leyes de la Unión Europea permiten a las empresas añadir esta denominación aunque la fabricación del producto no se haga en su totalidad en el país. Es decir, las empresas en Europa solo necesitan tener una parte de la producción en el país parar poder usar el made in del país. Por tanto, una chaqueta de una famosa firma francesa puede estar diseñada en Europa pero fabricada en China y empaquetada de nuevo en Francia para así ganarse el avalado “made in France”.

Esto no quiere decir que todas las firmas trabajen su producción de la misma forma. Es más, muchas de las firmas de renombre siguen fabricando donde siempre lo han hecho, siguiendo con la tradición de producción de la marca que garantiza la calidad del producto que ofrecen. Firmas como Bottega Veneta, Valentino, Saint Laurent, Gucci, Balenciaga, Tod´s o Fendi son totalmente transparentes a la hora de hablar de la fabricación de sus productos. Tanto es así que en sus webs se puede encontrar la información relacionada con sus procesos de fabricación para así garantizar la calidad de los mismos.

El truco de algunas empresas

Otras grandes empresas también trabajan con la etiqueta made in; eso sí, no en todas sus líneas. Un ejemplo de ello es Burberry. La firma británica fabrica en Gran Bretaña y en Italia para Burberry Prosum, pero en sus otras líneas más económicas la etiqueta de made in desaparece y deja paso a la etiqueta de “importado”. Lo mismo sucede con Armani, que es “made in Italy” para Giorgio Armani pero “Imported” para Armani Jeans. También Ralph Lauren se suma a esta práctica añadiendo solo “made in Italy” en Ralph Lauren Collection.

Todas las empresas mencionadas anteriormente, aunque no produzcan todas sus líneas en países con altos estándares de calidad, son transparentes con la procedencia de sus productos. Sin embargo, otras empresas del sector del lujo son poco claras con sus políticas de producción, lo que puede llevar a confundir al consumidor.

¿Cuál es el estándar de calidad que estoy comprando?

El consumidor es consciente de que al comprar en grandes empresas de “fast fashion” a precios asequibles algo se queda por el camino; pero cuando compra en firmas donde la calidad se vende como una característica representativa de la firma, los procesos de fabricación son aún más importantes. Por ello, es esencial que todas las empresas sean transparentes en este aspecto ya que, de no serlo, pueden generar una desconexión entre la percepción que el cliente tenía sobre el producto y la calidad real de la manufactura del mismo. Esto es especialmente importante en cuando se trata de firmas de lujo. De hecho,  The Uk´s Advertising Standars Agency, el organismo encargado de controlar la publicidad en Inglaterra, obligó a Louis Vuitton a retirar un anuncio a principios de 2017, y no era la primera vez que sucedía. En esta ocasión, la casa francesa daba a entender que sus bolsos, fabricados mayoritariamente a máquina, eran hechos a mano por artesanos europeos.

Las nuevas tecnologías pueden ayudar mucho en este sentido al consumidor.

Cada vez es más fácil saber de dónde proceden los materiales utilizados en la producción de cada prenda. Cada vez es más fácil conocer la trazabilidad del producto. Algunas empresas como Sourcemap están empezando a aparecer para ofrecer, tanto a consumidores como a empresas, la posibilidad de conocer el origen de los productos que compran o para dar a conocer la cadena de valor de los productos que venden. Sourcemap es una plataforma abierta de publicación de datos sobre la cadena de suministros de las empresas, creada por el laboratorio de comunicaciones del MIT.

Además, empresas de moda como Patagonia o Marks & Spencer están apostando por iniciativas sostenibles donde la trazabilidad de los productos que venden sea totalmente transparente. De este modo,  ofrecen al cliente la posibilidad de saber de dónde proceden y bajo qué condiciones se producen los artículos que compran, y así poder elegir en consecuencia.

Con todo esto en cuenta, es fácil discernir que el “made in” de los productos, y no solo en moda, va a ser un valor cada vez más relevante. La importancia que da el consumidor aumenta, no solo con respecto a la calidad sino a las condiciones de fabricación de los productos, y esto hace que las etiquetas de origen sean primordiales a la hora de elegir qué comprar.

Con esta etiqueta en auge habrá que vigilar qué empresas cumplen con las verdaderas condiciones del made in para que no se desprestigie. Hay que vigilar tanto el producto como sus condiciones de producción, garantizando de esta forma al cliente que el producto que adquiere cumple con los estándares más altos de calidad.

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