Nos encontramos en pleno siglo XXI y todo el mundo habla de emprendimiento pero, ¿qué es el emprendimiento? Y lo que es más, ¿quién puede emprender? Algunos diccionarios nos hablan de “una actividad que exige esfuerzo o trabajo” y que además “tiene cierta importancia o envergadura”. Esta definición no menciona ni excluye a ningún género en especial, por lo que en teoría tanto hombres como mujeres podríamos llevar a cabo esta tarea.
La realidad hasta el momento es otra. En la UE las mujeres representamos el 52% de la población pero, según sus datos, en el campo del emprendimiento solo somos el 38% y no lo somos a tiempo completo. Esto se traduce a escala global en que solo 1 de cada 3 empresas en el mundo pertenece a mujeres.
Diversos factores podrían estar detrás de estos resultados:
- Ausencia de referentes femeninos en este campo
- Menor acceso a las redes profesionales
- Menor acceso a la información
- Menor acceso a ayudas económicas para empezar nuestros proyectos. Aunque cuando presentamos solicitudes, se ha demostrado que están mejor estudiadas y preparadas que las de nuestros compañeros hombres
- Problemas de conciliación familiar
A la luz de todo esto, como dice Cho Nam-Joo en su libro Kim Ji-young, nacida en 1982: “el mundo había cambiado muchísimo, pero las pequeñas reglas, los pactos y las costumbres seguían sin actualizarse. En conclusión, el mundo no había cambiado tanto”. Pero no hay que alarmarse, esto quiere decir que nos toca cambiarlo a nosotras. Ahí radica la importancia del emprendimiento femenino.
¿Por qué las mujeres tenemos que crear nuestras propias start-ups?
- Para que la próxima generación de mujeres crezca teniendo referencias y roles que seguir.
- Para que emprender sea una opción que contemplen porque se hayan criado en un mundo en el que sea algo totalmente común.
Los estudios no mienten, es fundamental para el crecimiento de la economía global que las mujeres entremos en acción en el panorama del emprendimiento. Además, cuantos más proyectos fundados por mujeres con valores feministas haya, más se normalizará y se extenderá la igualdad, más oportunidades se darán a otras y más establecido estará dar subvenciones a estas empresas. El emprendimiento femenino también es el camino hacia el cierre de esta molesta brecha salarial que aún hoy nos sigue afectando.
Somos más de la mitad de la población mundial. Somos una parte esencial de la sociedad. Creemos nuestros propios espacios en los que se nos escuche y se nos den oportunidades. No tengamos miedo al fracaso, pero más importante todavía: no tengamos miedo al éxito.
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