La era digital es sinónimo de contenido visual. La imagen ocupa todos los focos, bien sea por las redes sociales o por nuestra forma de vida. Necesitamos consumir estética en un mundo en el que las posibilidades creativas son infinitas y el tiempo del que disponemos para el entretenimiento y conocimiento es escaso. Sin embargo, los textos son quienes de verdad nos aportan información significante con la que poder hacer algo. Conociendo esta situación, es el momento de crear escritos que dejen huella y sean realmente útiles. Dar atractivo a un texto es una tarea difícil pero si consigues enganchar…el resultado hablará por sí solo.

Lo primero que hay que saber y que, seguramente, todo el mundo ha experimentado es que escribir es muy complicado. Sobre todo, empezar. El bloqueo lleva a frases sin sentido, banalidad, caos y frustración. Es normal, por eso antes de empezar a escribir debes saber qué quieres contar. Hacer un esquema estructurando los diferentes asuntos que vas a tratar y una entradilla sobre el tema general que sirva de contexto te hará todo más fácil. Apunta el batiburrillo de ideas que se te venga a la cabeza donde más te encaje en ese esquema. Tener una estructura clara, con párrafos pequeños e imágenes de apoyo agiliza la lectura y es más resolutiva. Ahora, podemos comenzar.

Crea contenido que atraiga la atención

¿Por dónde? El título sería una buena opción. Aunque no es fundamental, puede ser lo último que hagas. Lo importante es que llame la atención de los usuarios, que interese, que genere curiosidad y fundamental, que sea fiel (caer en el clickbait solo conseguirá cabrear al lector). Si no tenemos esa primera llamada a la acción…no tenemos nada. Para ayudarnos, hay algunos titulares estándar que funcionan bien como las preguntas, tanto directa como indirecta, que después se contestan en el texto; las tan de moda listas que no solo sirven después para aligerar la lectura sino que también sirven de percha (además de crear sensación de prescriptor); y el título de urgencia en el que puedes explicar, resolver o mostrar algo en ‘x’ tiempo (por ejemplo ‘Cómo hacer una rutina de belleza coreana en 5 minutos’).

Otro factor que hay que tener muy en cuenta a la hora de crear un texto de calidad es la empatía. No solo es importante conocer quién nos lee y qué quiere para generar esa sintonía. Lo que de verdad hay que hacer es ponerte en la piel del lector, escribir como si fuera para ti ese texto. Pregúntate qué desearías leer y qué te sería útil. Cuando lo hayas redactado a partir de esas preguntas lo siguiente es contestar si te resulta atractivo y fácil de leer (para hacer cambios). Es básico. No debes escribir un texto que ni siquiera tu leerías. Además, esa sensación de complicidad y cercanía es un ‘plus’ para el lector.

A colación, la originalidad del texto es otro factor que hay que poner en valor. Dar un nuevo enfoque a un tema, plasmar tu distintivo estilo propio junto a tu filosofía o hablar desde la experiencia personal hacen crecer la afinidad y crean comunidad. Tu huella es un gancho. El usuario te escogerá a ti por cómo cuentas las cosas y la complicidad que provocas. Todo sin dejar de lado el groso de la cuestión: un contenido textual ha de ser informativo y entretenido. Tu palabra debe ser veraz, basada en una exhaustiva recopilación de datos contrastados y secundada por fuentes fidedignas y reputadas. También, lo novedoso y actual es relevante, aunque no sea el tema pero bien puede ser el tratamiento. Para esto, tener una percha (un evento que sirva como justificante) es de ayuda.

Si aplicas todo esto obtendrás un texto que tenga utilidad por aumentar conocimientos, servir de inspiración e incitar a la acción. No olvides que puedes marcar la diferencia con tu contenido, conquistar a tu lector y ser un referente. Nunca se deben subestimar un texto porque las palabras pueden significar tanto y tener tantos sentidos como la imaginación que tenga la persona que las recibe.

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