Los cambios en la sociedad generan nuevos hábitos de consumo. Una afirmación que en ningún caso es una novedad y que, sin embargo, pudimos volver a comprobar cuando, navegando hace unas semanas en la red social LinkedIn, nos encontramos con una usuaria que exponía cómo el coste de la educación y la sanidad en EEUU repercutía negativamente en el consumo de otros sectores, comparando el consumo actual entre consumidores de 25 a 34 años (millennials) con los de hace 20 años (baby boomers).
Datos, cuanto menos curiosos, entre los que nos ha llamado la atención el cambio en la relación de gasto entre educación y cultura.
¿Cómo es posible que ante un crecimiento tan excepcional del gasto en educación el gasto en libros haya disminuido en esta generación?¿Cómo es posible esta paradoja? ¿Sucede también en España?
Sigue leyendo y descubre las posibles causas de la diferencia entre el consumo de ambas generaciones.
Abaratamiento de los libros/e-books. Las opciones a la hora de adquirir nuevos títulos se han ampliado considerablemente desde la aparición de internet y las nuevas tecnologías. Los formatos electrónicos son más baratos y, para muchos, también más cómodos. Hoy en día se puede adquirir prácticamente cualquier título en formato electrónico, además, por un precio menor.
Descargas ilegales. Si en el anterior punto hablábamos del abaratamiento de las obras al ser en formato digital, también hay que tener en cuenta que prácticamente cualquier título se puede encontrar en internet sin pagar por ello. No decimos en absoluto que esto esté bien. Sin embargo, es un consumo existente que no computa en el % de ventas de las editoriales.
Acceso a contenido gratuito en Internet. También hay que tener en cuenta que muchos libros que antes resultaban ser imprescindibles para la educación hoy no lo resultan tanto debido a la cantidad casi infinita de información gratuita a la que se tiene acceso a través de internet. Lejos queda ya el tener que comprarse un manual o una obra concreta. A día de hoy, hay muchas buenas fuentes de información en la red que permiten tener acceso a la información sin tener que gastar dinero.
Proliferación de centros educativos privados. Cada vez la educación es más un negocio y, por ello, cada vez existen más escuelas privadas y escuelas de negocio que ofrecen educación ‘de primer nivel’ a muy altos precios. Instalaciones, profesores y oportunidades suelen ser el reclamo de estos centros de enseñanza que multiplican en muchas ocasiones a más del doble el gasto en educación que ofertan los centro públicos.
Encarecimiento de la educación. Además, independientemente del centro de estudio, el precio de la educación ha subido en lo últimos años. Un estudiante universitario en la actualidad tiene que invertir un presupuesto mayor en su educación que si hubiese cursado los mismos estudios hace 20 años. De hecho, las tasas universitarias han subido tanto en lo últimos tiempos que para muchas familias poder cursas este tipo de estudios es muy difícil o imposible sin contar con ayudas por parte del Estado.
Tendencia por títulos superiores y de especialización. Hace veinte años, tener una carrera universitaria ya era un hecho de mención. Sin embargo, en la actualidad, no es solo que la educación se haya encarecido, sino que cada vez se requieren más títulos, más preparación, para poder optar a los puestos de trabajo que antes se conseguían tan solo con la carrera.
En definitiva, este descenso en el consumo de libros no quiere dar a entender, ni mucho menos, que los jóvenes no se preocupen en la actualidad por la cultura o cuenten con una educación más pobre. Si acaso, lo que se puede deducir del análisis de estos datos es que, debido a la subida del precio de la educación, muchos han tenido que dejar de lado la compra de textos en formato físico debido al precio y a, como bien apuntábamos más arriba, a la aparición de nuevas plataformas capaces de ofrecer el mismo servicio gratis o por mucho menos dinero.
Nos enfrentamos a una situación de cambio en la que tanto los millennials como los baby-boomers crecerán en un entorno diferente de consumo de contenido más enfocado a lo digital que al papel ‘de toda la vida‘ al que estábamos acostumbrados hace 10 años atrás. Por tanto, podríamos incluso plantearnos el debate, ¿cuáles serán las formas de consumo de contenido en los próximos 10 años? ¡Estamos expectantes!
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