La digitalización de la vida cobra más sentido que nunca con la situación global que estamos viviendo. La capacidad de poder hacer cualquier cosa online es lo que está manteniendo a las empresas a flote. Por tanto, debemos ser conscientes de la relevancia que tiene nuestra web. Es nuestra carta de presentación, la que da información al consumidor sobre nosotros, la que permite vender a cualquier parte, con la que marcamos la diferencia, la que atrae y establece una conexión. Si nuestro escaparate al mundo no está cuidado, será muy complicado conseguir el éxito. Las visitas llevan a la fidelización y para que eso ocurra es necesario que proporcionemos la mejor experiencia de usuario. Nuestro objetivo es enganchar.
Hoy recopilamos varios consejos que harán de nuestra web la mejor versión de sí misma y un emblema para la marca. ¡Nos sentiremos orgullosos!
Hay que tener claro que toda las acciones que emprendamos son complementarias. Nuestra identidad debe plasmarse en cada uno de los canales de comunicación que utilicemos. Como la mayoría de usuarios llega a la marca a través de redes sociales y es por donde más se impregnan de ella, al entrar en la web deben recibir los mismos estímulos. En otras palabras, coherencia y consistencia.
El cliente espera encontrar un sitio que refleje la idea de la firma, los valores que transmite, su actitud y, sobre todo, en el que su experiencia sea favorable en cuestiones de confianza y facilidades. ¿Cómo conseguimos esto? Transparencia. Todo en nuestra web debe ir enfocado a dar confianza y a que el consumidor se sienta a gusto navegando. Para ello tenemos que tener un trato cercano y accesible, con toda la información a disposición y una comunicación fluida. ¡El servicio al cliente es lo más importante si queremos fidelizar!
La confianza también se forja con mensajes claros y contundentes. Nuestro propósito como marca debe estar fijado en nuestra web, tanto de forma explícita como implícita, contagiando al resto de comunicaciones que emitamos. El espíritu de la marca, sus ideales y su objetivo estarán presentes en cada detalles de la página. De este modo, no daremos la sensación de querer vender sino que instaremos a ello por establecer conexión y dar pie a pensamientos positivos en el cliente.
Otro factor que pueden ayudar a aumentar la seguridad en los usuarios es incluir todo lo que nos respalde como firma reputada. Una sección de apariciones en prensa o redes sociales de influencers, testimonios de clientes y opiniones junto a las descripciones de producto, apartado de comentarios, contenido audiovisual profesional… Podemos decir mucho sobre nosotros mismos pero una persona siempre creerá más el criterio objetivo de un tercero. ¿Qué mejor que permitir que nuestros clientes transmitan sus buenas experiencias con nosotros? Además, fomentamos la creación de una comunidad y podemos aprender de lo comentarios negativos para enmendarlos. No hay que tener miedo a equivocarse o a una mala crítica, sino a no escuchar.
Bueno, no todo depende de nuestra profesionalidad ni tampoco toda comunicación es verbal. El branding también tiene mucho peso. Una estética acorde con nuestra idiosincrasia, muy potente, actualizada y con imágenes o vídeos llamativos. La belleza de la composición es fundamental ya que es lo que causará atractivo y apelará al cliente a la compra. Eso sí, los justos retoques… No queremos que el cliente se sienta decepcionado con el producto por haber dado una idea demasiado idealizada de él. Recordemos, debemos ser veraces.
La intención de todo lo anterior es conectar con el público y generar engagement pero sin una base será difícil llevar nuestras estrategias a cabo. El punto de partida al crear nuestra web es saber qué buscan los usuarios en nuestra marca. Con ese objetivo, es necesario realizar una investigación a fondo del perfil de nuestro cliente ideal. Sí, ideal. Como ya hemos dicho muchas veces, es mejor concentrarse en un pequeño grupo que encaje perfectamente con los valore de nuestra marca, que intentar agradar a todo el mundo y acabar siendo difusos o poco consistentes. Haciendo un ejercicio de empatía, responderemos a las preguntas: qué vende la marca, para quién es, qué puedo obtener de ella. Posteriormente, lo aplicaremos a nuestra web y agregaremos la dosis de confianza y fácil uso de la plataforma que terminarán de conquistar a los visitantes.
En lo que se refiere a la parte más técnica o mejor dicho a la web en sí, haremos varios apuntes:
- Como los títulos… la home page de una web es lo que atrae y hace permanecer a cualquier usuario que llegue a nosotros. Los consumidores potenciales deben de extraer de ella todo lo que quieren saber sobre la marca por lo que no solo tienes que resolver sus dudas, también plasmar qué puedes hacer por ellos (resolver sus necesidades), tener un bonito visual que enganche y provocar que sigan navegando por las diferentes secciones. La primera impresión es determinante.
- La confianza y conexión que pueden sentir por ti se resuelve en la pestaña ‘sobre mí/la marca’. Aquí esta quiénes somos, qué hacemos, por qué, cuál es nuestro propósito y cómo podemos beneficiar o ayudar al cliente. Una vez tengan toda esta información estarán más dispuestos a formar parte de la comunidad por eso es interesante dejar adjunto un formulario de registro para conseguir leads.
- La marca es lo que le da valor al producto pero sin una oferta atractiva no hacemos nada. Conseguir seducir e inducir a la compra es complicado pero hay trucos que facilitan el éxito. Descripciones de producto completas y con factor sentimental agregado o quizás usando el storytelling, fotos y textos que provoquen la necesidad de adquisición por transmitir un cierto estatus, los beneficios del producto o, como hemos mencionado antes, reseñas y opiniones de anteriores clientes.
No es sencillo destacar o ser conocido en un mercado tan saturado pero si marcamos la diferencia con nuestra web todo vendrá rodado. Recuerda, los usuarios buscan experiencias y tu le puedes proporcionar las mejores.
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