¿Siempre usas la misma talla, sin importar la tienda en la que compres? Con seguridad, la respuesta es casi siempre negativa. Y es que el tallaje de la ropa es un asunto confuso que se ha ido haciendo más polémico con el tiempo. El tema es controvertido porque, en un mundo donde cada ser humano es diferente y hay un sinfín de cuerpos diversos, ¿cómo puede ser que unas pocas medidas se ajusten a todos? La realidad es que esto es imposible: las tallas no se adaptan a todos nosotros como un guante, pero es que de eso se trata el prêt-à-porter.
Un poco de historia del tallaje de la ropa…
Primeramente, el origen de las medidas estandarizadas en las prendas datan del siglo XVI y se le atribuyen al sastre y matemático español Juan de Acelga. Sin embargo, es cierto que en realidad lo que incluía su tratado de geometría aplicada a la sastrería no son exactamente las tallas como las conocemos hoy en día. Así pues, la razón de que De Acelga idease este método era por puro aprovechamiento de tela. Es decir, se basaba en un patrón base para después hacerlo a medida del cliente. No obstante, quienes se encargaron de crear y difundir el tallaje de la ropa como es actualmente fueron, desgraciadamente, las diversas guerras que hubo a lo largo del siglo XIX.
De este modo, las tallas surgieron de la necesidad de realizar muchas prendas en el menor tiempo posible. Como es lógico, personalizar con medidas individuales es un proceso más costoso que aplicar modelos prefabricados y hacer una producción en masa de estos. Hay que tener en cuenta que, en un primer momento, esto se dio en la ropa de hombre. La vestimenta de mujer siguió haciéndose por encargo en negocios especializados hasta bien entrado el siglo XX.
Cada país tiene su contexto, por lo que es natural que haya diferencias entre las medidas de uno y otro. En primer lugar, a diferencia de España, Reino Unido y EE.UU emplean el sistema imperial, por lo que sus tallas no se guían por centímetros, sino por pulgadas. De hecho, en el país británico hubo un intento de acercamiento al estándar europeo en los años 80. Sin embargo, este plan fracasó ya que la gente del sector de la moda siguió utilizando las pulgadas al resultarles confusos los centímetros.
¿Pero qué sucede actualmente con las tallas de las prendas? ¿Hay un sistema internacional, verdad?
Es cierto que existe el sistema internacional por letras que tanto conocemos, en el que la XXS corresponde al patrón más pequeño de una prenda y la XXL al de mayor tamaño. Además existen más medidas por arriba, como la 3XL. De este modo, este es el tallaje que encontramos en la mayoría de las partes de arriba, pero la cosa cambia con los pantalones.
Las partes de abajo, a menudo se precisan más si se emplea un sistema numérico en lugar de uno alfabético, por lo que lo más común es encontrar una cifra en la etiqueta cuando vamos a probarnos unos vaqueros o una falda. De esta forma, en España observaremos que las medidas van desde la 32 hasta la 50, aunque hay pocas tiendas que lleguen hasta este último número o que por debajo ofrezcan la 30. Hasta aquí, no hay más problema. Pero, ¿qué sucede si una tienda decide seguir un sistema que no está generalizado en el país en el que vende? Y lo que es más: ¿qué ocurre cuando, no solo adoptan otra métrica, sino combinan varias?
Un confuso ejemplo de tallaje de la ropa
Un ejemplo de esto se da en la marca H&M, que emplea bastantes tallajes, como bien indica su guía de tallas en la web. Esta variedad de medidas puede ayudar a veces, pero muchas otras confunde al cliente. Sobre todo si este está en la tienda física y no consulta el sitio online. De hecho, en el mismo perfil de Facebook de la empresa hay personas que han preguntado por este asunto.
El tema es, cuanto menos, desconcertante, ya que a veces se señalan los pantalones con medidas de Reino Unido o añadiendo una «p» a la talla. La marca especifica que la «p» quiere decir «pernera», por lo que indica el largo de la prenda. No obstante, otros clientes apuntan que esa letra también está presente en otras piezas, como chaquetas, que no cuentan con perneras. Y en este otro caso, H&M explica que la «p» en las partes de arriba significa que el artículo en cuestión pertenece a su colección petite. Esta selección especial está dirigida a mujeres de menos de 164 cm de altura y se ajusta más a sus medidas de torso y longitud de manga.
Entendemos el esfuerzo que, como la marca sueca, hacen tantas otras por indicar bien el tallaje de sus prendas. Sin embargo, aunque algunas veces se puede deducir lo que viene señalado, al fin y al cabo los clientes no están en la mente de la empresa y no saben qué se les quiere transmitir. Detalles así de pequeños pueden hacer que se pierdan ventas, que haya más devoluciones o, como poco, que los consumidores no entiendan y queden a disgusto. Y si esto lo multiplicamos por todos los que se sienten así, se podrían perder bastantes beneficios.
Por lo tanto, lo mejor es adaptarse a lo que el cliente está acostumbrado. Y, si se cambia de sistema por cualquier razón, es importante hacer saber de manera clara en todo momento lo que se quiere decir.
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