Si nos preguntan qué preferimos hacer responderemos sin dudar copywriting. Nuestra experiencia creando conceptos desde cero, dotando de palabras y tono los mensajes de nuestros clientes, avala nuestra respuesta. Nunca hemos sido ni hemos querido ser una agencia de traducción. Sin embargo, la necesidad de adaptarse al mercado y a las necesidades de nuestros clientes nos han hecho desarrollar una pata más en nuestros servicios. A partir de ahí nace la transcreación, una disciplina que se mueve entre el mundo del copywriting y el de la traducción.
Pero a ver, chicas. ¿Por qué no queréis traducir?
No nos precipitemos. Si un cliente necesita una traducción literal se la ofrecemos. En nuestro equipo contamos con filólogos y traductores nativos. Pero no creemos en el modelo de agencia de traducción tradicional. Tampoco creemos en la agencia de publicidad tradicional. Por ello nos presentamos como una agencia boutique ultra especializada en comunicación de moda.
Como en todos los sectores, la moda tiene su propio vocabulario, sus propios códigos y su propia cultura que varía de un país a otro. Por mucho que nos esforcemos, la traducción de cualquier texto siempre nos va a llevar a la transcreación en nuestro caso, ya que nuestro conocimiento sobre el sector no nos permitiría hacer una traducción no adaptada al mercado. Lo mismo ocurre con el resto de nuestros redactores internacionales; exigimos experiencia en redacción de moda para poder formar parte del equipo de iTrend.
La transcreación es la adaptación de un texto nativo, de su concepto y de su tono a la cultura de otro mercado.
Como ves en la definición – de cosecha propia – la transcreación ni siquiera habla de cambiar de idioma. Hemos tenido casos en los que el cliente ha requerido una adaptación de copy español-España a español-México, inglés-UK a inglés-USA e incluso francés-Francia a francés-Canadá. Las diferencias culturales van más allá de la lenguas.
No contar con un/a transcreador/a, o traducción creativa si lo preferimos llamar así, puede causarle a la marca problemas comerciales o simplemente generar una mofa en redes. Los casos más escandalosos con los que nos hemos encontrado han sido de traducciones literales de webs asiáticas al español. En concreto, reconocemos que somos muy fans del concepto «arco del coño». No, no nos llames vulgares, hasta a Amazon se lo han colado:
Y no es el único ejemplo:
Aunque en este último ejemplo, la ficha de producto es para enmarcarla enterita.
Poniéndonos serias, hemos querido indagar en el curioso concepto y hemos llegado a la conclusión de que, tanto si han contado con un traductor de carne y hueso como si no, la mano de Google Translate tiene parte de culpa; prueba a buscar «pussy bow» y «pussycat bow». No hay duda de que Google Translate todavía no domina el lenguaje de la moda.
Si ya no éramos fans de las traducciones literales hechas por humanos, mucho menos te recomendamos que utilices programas de traducción automática. ¡O atente a las consecuencias!