Que levante la mano aquel que lea un texto de principio a fin, con sus puntos y sus comas. El tiempo es nuestra prioridad. El consumo de contenido online es principalmente visual porque tardamos menos tiempo en procesarlo y es más entretenido. A la hora de leer, solo escogemos textos que nos interesan mucho. Vamos a ser sinceros, la lectura puede ser una verdadera tortura si algo no está bien escrito. Imagínate revisando esas parrafadas de Historia sobre la Segunda República, con todas sus fechas y todos esos nombres imposibles.

Ahora imagina que Shakira saca un hit del verano contando lo mismo que venía en tu libro de texto. Aquí está la clave: cuando algo es pegadizo, gusta.

Una marca que sea capaz de estar en el ‘top of mind‘ de los consumidores tiene el éxito asegurado. Un poco de persuasión y otro poco de creatividad nos ayudarán en la misión de escribir textos memorables. Vamos allá.

La escritura es una disciplina muy difícil de manejar. Un texto no solo está compuesto por palabras. Hay que tener en cuenta muchos más factores. La gramática, el ritmo, la formulación, la ortografía, la estructura… Pero como todo esto es (o debería ser) obvio a la hora de construir cualquier texto, vamos a centrarnos en lo que nos ocupa este artículo: cómo dejar huella en el lector.

¿Por qué recordamos cosas? Porque nos resultan impactantes o interesantes, porque nos entretienen y porque nos las repiten hasta la saciedad. Así es. Con estas tres premisas son con las que vamos a trabajar y a jugar a lo largo del texto. La conjunción de las tácticas publicitarias, las periodísticas y las artísticas es la mejor opción si queremos obtener buenos resultados.

¿Cómo conseguimos que nos lean? Llamando la atención. El gancho será el título, encargado de conseguir el clic, por eso hay que dar pie al misterio y la curiosidad. Después, el subtítulo debe informar lo suficiente para dejar con ganas de más, sin desvelar demasiado. Una vez conseguido, es crucial no aburrir, mantener esa emoción que hemos creado para que se quiera seguir leyendo. Durante este proceso de entretenimiento, tenemos que aprovechar para dejar claro nuestro mensaje e implantarlo en la mente del usuario. El foco está en la repetición, sin caer en la redundancia.

El uso de la repetición tiene diversos beneficios: funciona porque realza y aclara la idea principal y es uno de los métodos más efectivos en cuanto a aprendizaje. Por ello, si lo utilizamos en nuestro contenido seguro que, por inercia y de forma inconsciente, el lector sacará la conclusión que deseamos. Claro que no hay que ser demasiado evidentes. El concepto en sí guarda un efecto de familiaridad que permite al cerebro hacer sus propias conexiones.

Entonces, ¿cuál es la mejor manera de usar esta técnica reiterativa? Lo camuflaremos con diferentes estrategias que no darán la sensación de pesadez.

  1. Estribillo: piensa en la composición de tu texto como si fuera una canción. El título de la canción (el mensaje principal) está en el estribillo. Esta forma de repetición aligera la lectura. Otros trucos para asegurar el ritmo son destacar frases con negrita, variar su longitud a lo largo del párrafo, diferenciar también el tamaño de los párrafos, etc. De tal forma, el lector no se dormirá y finalizará la lectura, con la extracción de la idea clave.
  2. Creatividad lingüística: las figuras retóricas son grandes aliadas para ejercer de manera apropiada la repetición. Como si fuéramos poetas, no solo las usamos para sorprender y embellecer el texto sino para que el mensaje cale en nuestro público. Lo principal es que se entienda y se recuerde. La figuras más recurrentes son:
  • Metáfora: es capaz de sintetizar o explicar un concepto de una manera muy sencilla. Además su carácter descriptivo configura una imagen en la mente del lector, lo que la hace más efectiva porque proporciona a tu cerebro una visualización concreta. La mente automáticamente relaciona lo que lee con lo que imagina, lo que ayuda a su memorización.
  • Anáfora: muy utilizada en los eslóganes. Se basa en repetir una palabra en una misma frase. Menos esfuerzo, más musicalidad, más comprensión y mejor recuerdo.

Estas fórmulas son las más extendidas, aunque no podemos dejar de lado otras de gran éxito como la catáfora, la epífora, el paralelismo, la aliteración… Recomendamos que hagas un repaso a tus apuntes de lengua y literatura para innovar en tu contenido. Eso sí, sin abusar.

Para terminar, el consejo más útil es que leas siempre tus propios textos. En voz alta, dejando un tiempo de margen para refrescar, con atención a la ortografía y la fonética. La corrección será mucho más pulcra y el resultado encandilará. Lluvia de ideas y ¡manos al teclado!

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