de marca registrada a palabra común

Muchas veces nos referimos a un producto concreto con un término aparentemente común, pero que en realidad apela a la marca. Esto sucede a diario en productos de cocina, papelería y especialmente el sector que nos ocupa, la moda. Y es que son muchas las empresas que han lanzado artículos nuevos al mercado y el público ha asimilado la marca registrada al léxico diario. A veces, incluso perdiendo la noción de que ese vocablo es en realidad un nombre propio y no algo general. Ahora bien, lo que en apariencia resulta algo anecdótico, se convierte en un asunto un tanto amenazador cuando debemos hablar con propiedad dentro de una industria concreta. Por ello, tengamos en mente que en nuestras vidas diarias podemos expresarnos en unos términos, pero hay que afinar la puntería cuando se trata de nuestros negocios. En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre este fenómeno.

¿Por qué una marca registrada se convierte en una palabra común?

Si lo pensamos bien, este fenómeno no es exclusivo del mundo comercial. De hecho, nuestros dicursos cotidianos están plagados de figuras literarias, desde personificaciones y comparaciones hasta metáforas y metonimias. Este último recurso es el que da lugar al fenómeno que estamos comentando.

La metonimia es la sustitución de un término por otro, fundándose en relaciones de causalidad, procedencia o sucesión existentes entre los significados de ambos términos. Según los diferentes modos de contigüidad, se producen diversos tipos de metonimia.

En nuestro día a día podemos llamar a un vino un «Rioja», haciendo referencia a la región de la que procede; a un cuadro un «Picasso», identificando al autor con su obra o incluso decir que alguien es de «puño cerrado» cuando esa persona es tacaña. Y esto es parecido a lo que sucede con cualquier marca registrada que se integra en nuestro léxico de manera natural; se da una sustitución del término del producto por el nombre con el que la empresa lo comercializó. Hay que destacar que muchas veces esto se ve alentado por las propias marcas, que emplean su término propio para que se extienda su uso y así publicitar el producto mucho más.

Además, hay que tener en cuenta que los lenguajes tienden bastante a la economía, y por tanto siempre se tiende a facilitar la pronunciación o eliminar partes del discurso que resulten superfluas. Comentamos esto precisamente porque la palabra común real con la cual se designa el artículo suele ser más tediosa para el hablante. Por ejemplo, es más fácil decir «pásame el celo» (nombre comercial) que decir «pásame la cinta adhesiva» (nombre real).

Algunos casos del sector moda

Las marcas registradas que han pasado a formar parte de nuestro día a día son muchas en la industria de la moda. A continuación hay unas cuantas, de las que seguro ya tienes conocimiento y tal vez emplees usualmente.

  • Un rolex es en realidad un reloj de la firma Rolex.
  • Unos levis son unos pantalones de mezclilla creados por Levi Strauss. Sin embargo, este término se emplea actualmente para cualquier par de vaqueros, no solo los de esta marca.
  • Unos pinkies son el nombre comercial con el que se conoce a los calcetines invisibles.
  • Una lycra es básicamente un tejido elástico registrado en 1958 por la compañía Dupont, de EEUU.
  • Unas nike, como todos sabemos, son unas zapatillas de la marca Nike.

El peligro de este fenómeno inofensivo

Como adelantábamos al introducir este artículo, en nuestra vida cotidiana podemos usar sin problema estos términos. Sin embargo, si nos encontramos en un ambiente profesional, seguramente en la mayoría de ocasiones deberemos evitar el uso de la marca registrada y emplear en su lugar el concepto común.

Por ejemplo, si somos una empresa de electrodomésticos y lanzamos al mercado una batidora de mano de nuestra firma, no es la mejor opción llamarla «minipimer», aunque aún hoy en día se siga usando ese término para referirnos a ese producto. Lo normal es que no lo designemos con otra marca registrada, ya que primeramente atenta contra la nuestra propia y después muchas veces denota poca profesionalidad o conocimiento del producto en sí.

Finalmente, si nos referimos a algo con una marca registrada convertida en palabra común en el ámbito escrito, lo correcto es hacerlo en minúsculas, ya que nuestra pretensión es usar dicha palabra común y no un nombre propio. Pero recordamos que el 99% de las veces es mejor decantarse por el léxico real. Y tú, ¿cuántas de estas palabras empleas normalmente? ¿Crees que es importante evitar su uso de manera profesional? ¡Déjanos tu feedback en los comentarios!

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